A un año de la escuela en línea
Por ahí del 20 de marzo del 2020 nos dieron una noticia que, debo de ser sincero, tomé con cierta alegría: se adelantan las vacaciones y comienza la "Jornada Nacional de Sana Distancia". En aquel momento parecía un acto exagerado del gobierno que recibíamos con alegría porque significaban vacaciones extra, pero un año después las "vacaciones" no han terminado y se han extendido de forma indefinida. Para mi como profesor, esto significó una sola cosa: tengo que dar clases en línea. Al principio no fue tan malo, enviar mensajes por whatsapp con actividades que pocos alumnos entregaban. Pero para el ciclo escolar 2020-2021 todo cambió, pues comencé a trabajar en el sector privado, donde ya habían comprado cuentas de Zoom (lo siento RMS, el software privativo ganó una batalla más) y armado todo un horario para trabajar desde casa.
Las clases virtuales, al menos para mi, no son tan malas. Ok, no son las clases presenciales, y hay mil y una cosas que no puedo hacer o que tengo que volver a idear, pero no es imposible trabajar así. Además, mi afición por la tecnología me permite disfrutar de usar dos monitores, buscar mejores configuraciones de cámara o divertirme mientras pruebo los mejores acomodos para mi Tiling Window Manager. Claro, eso digo cuando el universo no conspira contra mi, pero ya mencionaré eso más adelante. Para mi, este esquema tiene, principalmente, tres grandes dificultades que afrontar: la falta de control, la falta de interés y la dificultad para trabajar el constructivismo.
Falta de control
No me malentiendan, no digo que sea incapaz de mantener el control sobre un grupo de estudiantes de 12 años, a lo que me refiero es a que no puedo controlar lo que ven, huelen y escuchan durante las clases. En un salón, el ambiente lo controlo directamente yo la mayor parte del tiempo, si se escucha música, si huele a deshodorante de frutas o si la pared está manchada, casi siempre se puede controlar y manipular para que ayude a los fines que la clase persigue.
Pero en un entorno en línea lo único que controlo es lo que ven en mi cámara, si es que la ven. Las casas están llenas de distracciones y muchos niños no tienen lugares adaptados especialmente para tomar clases. En muchos casos al lado tienen al papá en otra conferencia de su trabajo, o la televisión a todo volumen, o simplemente abrieron un video de youtube en su celular. Los niños no son tontos: saben cuando, donde y de que manera hacer las cosas para no ser regañados, y ellos tienen el control completo de lo que yo puedo saber. Esto impide que las estrategias diseñadas funcionen, en muchas ocasiones, como se pensaron, y que aquella actividad super padre que dejaría un aprendizaje significativo, quede en el olvido ya que los niños estaban viendo a sus papás que les daban indicaciones, o riéndose de alguna broma en la televisión.
Falta de interés
Seamos honestos: si fueramos niños de 12 años, con el internet y el entretenimiento a un clic de distancia, y la única autoridad que me puede decir algo está a quien sabe cuantos kilómetros y al presionar un botón le hago creer que no lo escucho, ¿desaprovecharíamos la oportunidad? Vamos, ¡Hasta los adultos lo hacemos a veces! Y no importa que tan interesante esté la clase, la notificación de un nuevo video nos gana. En un aula no queda de otra, escuchas al profesor o no. El afortunado que se sienta en la ventana puede perderse en el horizonte pero los demás tienen que escuchar la clase y hacer los trabajos. En casa todos podemos estar en la ventana si queremos.
Todos los profesores decimos "es que los papás no están al pendiente", pero los papás tienen sus obligaciones también, que esas clases no se pagan solas. Y pensándolo bien, ¿qué el papá o la mamá esté toda jornada diciendo "siéntate bien", "pon atención", "ponte a trabajar", sería provechoso para el niño? Este es un ámbito en el que, desgraciadamente, tenemos que seguir trabajando, y mucho, para que las clases en línea funcionen mejor.
Dificulatad para aplicar el constructivismo
Ay sí, el profe se va a poner a usar palabras rimbombantes como "constructivismo". Bueno, tengo que hacerme el interesante de vez en cuando ¿no?
El constructivismo es una teoría del aprendizaje que nos dice que es el mismo niño el que tiene que construir el aprendizaje y el profesor es solo un guía que ofrece apoyos o sugerencias. En la práctica esto lo vemos cuando el profesor no te dice el proceso específico para resolver un problema, sino que te deja solo y te dice "no se, prueba con lo que sabes". Si el niño sacó el mcm, contó con los dedos o fue a la parada del camión y tomó el tiempo que tardó el camión rojo y el verde en toparse de nuevo, no importa. El niño construye su conocimiento y no copia lo que le dijeron que hiciera.
Claro, para que esta estrategia funcione necesitamos que vea, toque, interactúe y piense. Deberían comprender el funcionamiento de los lentes con una cámara oscura, no viendo dibujos nada más. Pero ¿cómo hago llegar una cámara oscura a cada niño? ¿Como fomentar el trabajo colaborativo cuando cada uno está aislado en un rectángulo de la pantalla? Claro, se puede y lo hacemos, pero los resultados no son, ni de cerca, tan buenos como en el esquema presencial.
Cuando el universo conspira en tu contra
Al inicio dije que había problemas a veces, y vaya que los hay. Pareciera que el internet falla más cuando lo necesitas, y durante las clases en línea es común que, a mi o a los niños les falle la conexión. O la cámara, o el micrófono, o la PC decidió actualizarse de la nada (esos problemas no me afectan a mi en GNU/Linux). No olvidemos que estamos en nuestra casa, y las necesidades propias de la casa deben seguirse realizando con clases o sin ellas. ¿Qué llegó el agua? ¿Alguien está tocando? ¿Ya se metió otro gato y se quiere llevar el pollo que saqué a descongelar? Y pareciera que todo esto pasa de 8 a 2.
En el caso de los alumnos es igual. Que si el papá tiene que salir, que si la mamá le habló, que si se le fue el internet, que los vecinos tienen música a todo volumen. Pareciera que el universo conspira en tu contra. ¿Qué puedes hacer? Yo ya tuve que cambiar de ISP porque, tras cinco visitas del técnico mi velocidad de bajada seguía en menos de 2 mbps, eso cuando tenía internet. Por lo demás, pues bueno, solamente esperar que sea un buen día, que afortunadamente la mayoría lo son.
Un año de Aprende en Casa y (tristemente) contando
Tras un año de "Aprende en casa" edición escuela particular (porque la escuela pública está viviendo una historia totalmente diferente), ¿qué me ha quedado? Bueno, en mi opinión, todo debe ser una oportunidad de aprendizaje. Esta experiencia me está dejando muchos aprendizajes, me está haciendo cambiar ciertos aspectos de mi trabajo que, cuando volvamos al aula presencial, quiero implementar ahí. Además, creo que esta situación nos está haciendo revalorizar la escuela, aquella que nos daba flojera ir ahora la añoramos. espero que esta pandemia nos ayude a darle de nuevo a la escuela la importancia que tiene, no solo como lugar donde aprendes a sumar y restar, si no como el lugar donde nos desarrollamos de manera integral y crecemos como personas. Sí, los profesores incluidos.